Hoy celebramos la fiesta de San Hilarión. Nació en Tabatha, Palestina de una familia pagana y rica. Lo enviaron a estudiar a Alejandría en donde se convirtió al cristianismo.
Lo que conocemos de San Hilarión fue por medio de la biografía que escribió San Jerónimo sobre él en el año 390.
Después de oír hablar de San Antonio, se fue a vivir con él durante dos meses. Regresó a su tierra natal pero sus padres habían fallecido en su ausencia. Él repartió su herencia entre sus hermanos y los pobres.
El quería vivir como eremita, así que se fue al desierto de Majuma, el puerto de Gaza, para vivir en soledad. Vestía solo con una camisa de lino grueso, una prenda superior hecha de piel y una capa corta como las que usaban los pastores del lugar. Ayunaba rigurosamente y no comía hasta después del ocaso. Para mantenerse, trabajaba tejiendo canastas. Dedicaba la mayor parte de su tiempo a ejercicios religiosos.
Sus días se le pasaban entre la oración, el estudio de las Escrituras y diversos trabajos manuales. Poco a poco, sin embargo, se empezó a hacer famoso por las curas milagrosas y exorcismos que efectuaba y ya para el año 329 contaba con numerosos discípulos.
Convirtió a muchos paganos y tanta era la gente que venía a pedirle ayuda y consejos que apenas encontraba tiempo para cumplir con sus deberes religiosos y un día se sintió abrumado. Decidió entonces buscar la soledad en otro lugar.
Realizó varios viajes en busca de un lugar en donde vivir lejos del mundo. Por fin se quedó en Chipre y murió allí a los 80 años de edad en el año 371.
San Hilarión ruega por nosotros.